domingo, 15 de abril de 2012

Parafílias

Son actos sexuales inusuales necesarios para la excitación sexual.

Los psicólogos y psiquiatras consideran a las desviaciones sexuales o parafilias como comportamientos sexuales que caracterizan a un sujeto, el cual requiere de fantasías, objetos o acciones que son extrañas, poco naturales y bizarras para lograr excitación sexual. Es característica también de este tipo de comportamiento la compulsividad con que son cometidos, pudiendo llegar a provocar daño físico o psicológico si se convierte en la preferente o exclusiva manera de disfrutar del acto sexual.

En cuestiones sexuales el término Desviar es utilizado para describir un comportamiento que difiere de lo que es considerado como normal. Sin embargo, es importante recalcar que la presencia esporádica de elementos no tradicionales en la vida sexual de una persona no define a esta como desviada, por cuanto la vida sexual es normal mientras sea grata para la persona y tenga la capacidad de enriquecer y flexibilizarse. Que la sexualidad de una persona logre incorporar nuevos elementos permite que la expresión y funcionamiento de la esfera sexual del sujeto puedan encontrar nuevas formas de expresión y satisfacción, lo cual se traduce en un enriquecimiento de la vida sexual.

En dicha búsqueda se pueden encontrar presentes nuevos intereses y deseos de la persona. Dichos elementos posibilitan el crecimiento y el desarrollo de la vida sexual, y en esta búsqueda de nuevas experiencias pueden estar participando elementos que componen las desviaciones, como deseos de sexo alterno al coito vaginal (sexo oral por ejemplo). Sin embargo cabe aclarar que la sola presencia de estos elementos no define a la perversión o desviación sexual, y su presencia en la vida sexual normal es más bien aconsejable que reprochable.

La relación sexual alcanza niveles de anormalidad o de desviación cuando presenta una rigidez en su deseo, en expresión y satisfacción, y puede verse apreciada bajo la orientación sexual dirigida a objetos de deseos determinados y característicos de ella, como objetos inanimados o animales, o bien a una situación particular de relación sexual atípica con otros presentando estas conductas parafílicas.

Para que una conducta sea considerada parafílica debe haber tenido sus antecedentes tempranos en la biografía del sujeto. La niñez y la pubertad, en las historias sexuales levantadas a sus protagonistas, revelan tempranos estímulos visuales, auditivos o táctiles que por razones variadas adquirieron un particular significado para cada individuo.

Las explicaciones de por qué predominan las parafilias en los varones y es escasa su aparición en las mujeres, tienen que ver con la teoría del predominio de la erotización visual en el hombre a diferencia de la erotización táctil en la mujer, atribuible a la posición prenatal en el período de determinación del dimorfismo sexual cerebral.

Implica predisposiciones que la vida postnatal desarrollará en el período crucial de los 18 meses. Allí natura y nurtura enlazarán, con el comienzo de la adquisición del lenguaje y la construcción del esquema corporal, las sensaciones que componen un universo imaginario erótico: los mapas del amor o "Lovemaps", como lo denomina el creador de este concepto, John Money.

En el mapa del amor figura la imagen del amado, sus características arquetípicas, la escena sexual excitante imprescindible para despertar el deseo, encender la excitación y culminar con el orgasmo. El mapa del amor está en la mente y en el cerebro. De allí que tras su formación entre los 5 y los 8 años de edad del individuo, sea resistente al cambio.

Es como un idioma nativo que persistirá a lo largo de la vida, cualquiera sea la pareja que nos acompañe. Su vandalización a temprana edad, es decir, la interferencia en los juegos sexuales infantiles con los que se lleva a la acción el mapa del amor, origina las parafilias. Por desplazamiento, distorsiones u omisiones de las conductas sexuales deseadas, una acción erótica se transforma en una desviación sexual. La vandalización causante de la parafilia se produce por:

- Abuso sexual infantil
- Prohibición cruel y reiterada de las manifestaciones sexuales de los niños (juegos de ensayo heroto-sexual, curiosidad infantil en torno de temas sexuales).

La clínica de las parafilias reúne técnicas diversas. Las terapias sexuales incluyen información a los pacientes sobre los conocimientos actuales sobre el tema de consulta, medicación cuando el grado de ansiedad no les permite la relación terapéutica, un fuerte vínculo con los terapeutas quienes deben manejar técnicas diversas: dramatizaciones, Gestalt, genogramas familiares, entrevistas de otros significativos (parientes, amigos) dispuestos a ayudarlo. Y, sobre todo, los profesionales de la salud deberían carecer, en la mayor medida posible, de un criterio de valoración discriminatorio sobre la persona que los consulta.

Comprender las parafilias presupone develar por qué somos los humanos tan variables en nuestras gratificaciones sexuales, cómo adquirimos y seleccionamos el estímulo que nos procura placer y qué proceso validó que uno (o unos pocos) prevalecieran por sobre los demás.

Si ese estímulo sexual no es convencional, si se impone en automático, si provoca malestar al individuo y es de larga data, hablamos de parafilias.
Tratamiento

Tratar las parafilias es un reto para la psicoterapia, la psiquiatría, la criminología y otras disciplinas, la finalidad es que el paciente abandone la parafilia que hace daño a terceras personas como lo son la paidofilia, exhibicionismo, froteurismo, voyeurismo etc.

Muchos pacientes pueden ser ayudados a vivir más satisfactoriamente que como se encuentran, alcanzando un mejor control consciente y autodiciplinado por medio de asesoramiento y de psicoterapia.Medicamentos como antipsicóticos, antidepresivos o anti-androgénicos han dado buenos resultados en algunos pacientes. En la mayoría, el aislamiento social (cárcel) es lo único que evita se siga dañando a terceras personas.

Las parafilias que no hacen daño a terceras personas en donde ambas partes de la pareja lo disfrutan y están de acuerdo en llevarlas a cabo no necesitan tratamiento alguno. Son conocidas como desviaciones sexuales, pues el placer sexual se alcanza con prácticas anormales de conducta.

Existen tres grados de parafilias clasificadas por la Asociación Mundial de Psiquiatría.


  • Mínimo: obtención por medio de fantasías que no alteran las actividades sexuales normales.
  • Acentuado: Se busca de manera insistente la realización de la fantasía para alcanzar la satisfacción sexual.
  • Dependiente: La fantasía erótica afecta o interfiere en la relación sexual, de tal forma que se pierde la libertad de elegir y no se puede dejar de actuar de cierta manera.

Se da un carácter impulsivo cuando lo único que sacia la excitación es la realización de esa fantasía. De tal forma que la parafilia puede convertirse en una adicción, donde el individuo solo llega a la excitación a través de esta.

El empleo del término "parafilias" para remplazar el concepto de "perversiones" es un hallazgo de la sexología del siglo XX. No se trata meramente de una nueva denominación diagnóstica. Presupone un enfoque humanístico científico que integra desde los descubrimientos del funcionamiento cerebral, según quiere la neurociencia, hasta las maniobras sistémicas de los terapeutas que tratamos la conducta sexual humana. Conocer las variantes del erotismo en sus diversas formas de estimulación y su expresión comportamental acrecienta el conocimiento de la sexualidad llamada "normal".

Solemos emplear criterios estadísticos o ideológicos para clasificar las formas del deseo, la excitación y el orgasmo humano. Havelock Ellis, el eminente médico inglés, se refiere a las alternativas o variantes sexuales cuando expresa: "Todo el mundo no es como usted, ni como sus amigos y vecinos. Incluso sus amigos y vecinos puede que no sean tan semejantes a usted como usted supone". Comprender las parafilias implica saber hasta dónde los hechos del desarrollo del sexo y sus emociones pueden ser uniformes y constantes.